Capitulo 3: El Principito empieza a establecer, una conversación con el explorador y así empieza a conocerlo…
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Le Petit Prince ( Antoine de Saint-Exupéry)
Chapitre 3
Il me fallut longtemps pour comprendre d’où il venait. Le petit prince, qui me posait beaucoup de questions, ne semblait jamais entendre les miennes. Ce sont des mots prononcés par hasard qui, peu à peu, m’ont tout révélé. Ainsi, quand il aperçut pour la première fois mon avion (je ne dessinerai pas mon avion, c’est un dessin beaucoup trop compliqué pour moi) il me demanda :
– Qu’est-ce que c’est que cette chose-là ?
– Ce n’est pas une chose. Ça vole. C’est un avion. C’est mon avion.
Et j’étais fier de lui apprendre que je volais. Alors il s’écria :
– Comment ! tu es tombé du ciel ?
– Oui, fis-je modestement.
– Ah ! ça c’est drôle…
Et le petit prince eut un très joli éclat de rire qui m’irrita beaucoup. Je désire que l’on prenne mes malheurs au sérieux. Puis il ajouta :
– Alors, toi aussi tu viens du ciel ! De quelle planète es-tu ?
J’entrevis aussitôt une lueur, dans le mystère de sa présence, et j’interrogeai brusquement :
– Tu viens donc d’une autre planète ?
Mais il ne me répondit pas. Il hochait la tête doucement tout en regardant mon avion :
– C’est vrai que, là-dessus, tu ne peux pas venir de bien loin…
Et il s’enfonça dans une rêverie qui dura longtemps. Puis, sortant mon mouton de sa poche, il se plongea dans la contemplation de son trésor. Vous imaginez combien j’avais pu être intrigué par cette
demi-confidence sur « les autres planètes ». Je m’efforçai donc d’en savoir plus long :
– D’où viens-tu, mon petit bonhomme ? Où est-ce « chez toi » ? Où veux-tu emporter mon mouton ?
Il me répondit après un silence méditatif :
– Ce qui est bien, avec la caisse que tu m’as donnée, c’est que, la nuit, ça lui servira de maison.
– Bien sûr. Et si tu es gentil, je te donnerai aussi une corde pour l’attacher pendant le jour. Et un piquet.
La proposition parut choquer le petit prince :
– L’attacher ? Quelle drôle d’idée !
– Mais si tu ne l’attaches pas, il ira n’importe où, et il se perdra…
Et mon ami eut un nouvel éclat de rire :
– Mais où veux-tu qu’il aille !
– N’importe où. Droit devant lui…
Alors le petit prince remarqua gravement :
– Ça ne fait rien, c’est tellement petit, chez moi !
Et, avec un peu de mélancolie, peut-être, il ajouta :
– Droit devant soi on ne peut pas aller bien loin…
- Busca con Reverso el vocabulario que necesites para entender el texto de la historia y haz una traducción literal palabra por palabra sin darle sentido en español.
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- Ejercita tu pronunciación tratando de imitar el narrador.
Esta traducción de la obra al español no es literal por lo tanto no te ayudará para entender la estructura del francés. Muchas palabras, conectores, verbos … no son los que se utilizaron en el texto original en francés. Mi consejo es que hagas una traducción palabra por palabra, sin preocuparte del español, como indicado en el ejercicio.
El Principito – Capitulo 3
Necesité tiempo para comprender de dónde venía. El principito, que siempre insistía con sus preguntas, no parecía oír las mías. Fueron frases al azar las que, poco a poco, me fueron revelando sus secretos. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión (no dibujaré mi avión, por tratarse de algo demasiado complicado para mí) me preguntó:
–¿Qué cosa es esa?
–Esa no es una cosa. Es un avión, vuela. Es mi avión.
Me sentí orgulloso al decir que mi avión volaba. El entonces gritó:
–¡Cómo! ¿Has caído del cielo?
–Sí –le dije modestamente.
–¡Ah, es curioso!
Y lanzó una graciosa carcajada que de momento me irritó pues me gusta que mis desgracias se tomen en serio. Después añadió:
–Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De cuál planeta?
Esa pequeña luz iluminó un poco el misterio y le pregunté:
–¿Tú… vienes de otro planeta?
No me respondió; solo movía lentamente la cabeza examinando detenidamente mi avión.
–En esto no creo que puedas venir de muy lejos…
Y se hundió en un ensueño durante largo tiempo. Había sacado de su bolsillo a mi cordero y se abismó en la contemplación de su tesoro. Imagínense cómo me intrigó eso de: otro planeta. Y me esforcé en saber algo más:
–¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está tu casa? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?
Después de meditar silenciosamente me comentó:
–Lo bueno de la caja que me has dado es que, por la noche, puede servirle de casa.
–¡Sin duda! Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.
–¿Atarlo? ¡Qué idea más rara!
–Si no lo atas, se irá por donde sea y puede perderse…
Mi amigo empezó a reír.
–¿Y dónde quieres que vaya?
–No sé, a cualquier lado.
Entonces el principito señaló con gravedad:
–¡No importa, mi tierra es muy pequeña!
Y agregó, quizá con un poco de melancolía:
–A donde vaya no puede ser muy lejos.
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